Fernando III de Castilla y de León (1198-1252) 

Fernando III por C. Múgica. Palacio del Senado. Madrid

Fernando IIISan Fernando (1198? - 1252) es, sin hipérbole, el español más ilustre de uno de los siglos cenitales de la historia humana, el XIII, y una de las figuras máximas de España; quizá con Isabel la Católica la más completa de toda nuestra historia política. Es uno de esos modelos humanos que conjugan en alto grado la piedad, la prudencia y el heroísmo; uno de los injertos más felices, por así decirlo, de los dones y virtudes sobrenaturales en los dones y virtudes humanos.

  A diferencia de su primo carnal San Luis IX de Francia, Fernando III no conoció la derrota ni casi el fracaso. Triunfó en todas las empresas interiores y exteriores. Dios les llevó a los dos parientes a la santidad por opuestos caminos humanos; a uno bajo el signo del triunfo terreno y al otro bajo el de la desventura y el fracaso.

  Como gobernante fue a la vez severo y benigno, enérgico y humilde, audaz y paciente, gentil en gracias cortesanas y puro de corazón. Encarnó, pues, con su primo San Luis IX de Francia, el dechado caballeresco de su época.

  Su muerte, según testimonios coetáneos, hizo que hombres y mujeres rompieran a llorar en las calles, comenzando por los guerreros.

  Más aún. Sabemos que arrebató el corazón de sus mismos enemigos, hasta el extremo inconcebible de logar que algunos príncipes y reyes moros abrazaran por su ejemplo la fe cristiana. «Nada parecido hemos leído de reyes anteriores», dice la crónica contemporánea del Tudense hablando de la honestidad de sus costumbres. «Era un hombre dulce, con sentido político», confiesa Al Himyari, historiador musulmán adversario suyo. A sus exequias asistió el rey moro de Granada con cien nobles que portaban antorchas encendidas. Su nieto don Juan Manuel le designaba ya en el En-xemplo XLI «el santo et bienauenturado rey Don Fernando».

  Fernando III tuvo siete hijos varones y una hija de su primer matrimonio con Beatriz de Suabia, princesa alemana que los cronistas describen como «buenísima, bella, juiciosa y modesta» (optima, pulchra, sapiens et pudica), nieta del gran emperador cruzado Federico Barbarroja, y luego, sin problema político de sucesión familiar, vuelve a casarse con la francesa Juana de Ponthieu, de la que tuvo otros cinco hijos. En medio de una sociedad palaciega muy relajada su madre doña Berenguela Cuadro que representa la muerte de Fernando III le aconsejó un pronto matrimonio, a los veinte años de edad, y luego le sugirió el segundo. Se confió la elección de la segunda mujer a doña Blanca de Castilla, madre de San Luis.

  Cuadro que representa la muerte de Fernando III el Santo. Capilla de la Academia de Ingenieros (Hoyo de Manzanares) Madrid

 

La muerte de San Fernando es una de las más conmovedoras de nuestra Historia. Sobre un montón de ceniza, con una soga al cuello, pidiendo perdón a todos los presentes, dando sabios consejos a su hijo y sus deudos, con la candela encendida en las manos y en éxtasis de dulces plegarias. Fallece en la madrugada del 31 de mayo de 1252, siendo enterrado en la Capilla Real de Sevilla.

  San Fernando quiso que no se le hiciera estatua yacente; pero en su sepulcro grabaron en latín, castellano, árabe y hebreo este epitafio impresionante:

 Epitafio multilingüe de Fernando III en la Catedral de Sevilla

 

Mausoleo de Fernando III

Mausoleo de Fernando III en la Capilla Real de la Catedral de Sevilla en hebreo, y árabe

 

Fuente: José M.ª Sánchez de Muniáin San Fernando III de Castilla y León, en Año Cristiano, Tomo II,
Madrid, Ed. Católica (BAC 184), 1959, pp. 523- 531.

 

 

 

    Ir arriba    Volver a la Historia