El escultor José Laffita, nace en Sevilla el 15 de Noviembre de 1887, siendo hijo, padre y hermano de artistas, por lo que el ambiente familiar le fue propicio para su arte. Entre 1905 y 1910 estudia en Suiza. Regresa a Sevilla y se matricula en la Escuela de Artes, Oficios y Bellas Artes de la capital.

 

 

   Dentro del ambiente artístico de su familia, destaca sorprendentemente por sus tempranas cualidades como escultor. Ejerció como profesor de modelado y composición decorativa en la Escuela de Artes y Oficios de la capital. Fue Académico Electo de la Real Academia de Bellas Artes de Santa Isabel de Hungría en 1942, no llegando a tomar posesión por su fallecimiento en Sevilla, el día 27 de enero de 1945.



   Hizo estudios de arquitectura que, junto a la formación en la empresa de su padre, “Sociedad Decorativa”, dedicada a tareas de decoraciones arquitectónicas, le capacitaron para sus proyectos escultóricos integrados en la arquitectura. Así realizó la monumental farola-fuente de la plaza Virgen de los Reyes, su obra más popular de Sevilla.farola-fuente de la plaza Virgen de los Reyes. Sevilla

 

 

  Participó en el monumento al rey San Fernando en la Plaza Nueva de Sevilla, siendo de su mano la estatua del Almirante Bonifaz. Obra suya es el colosal conjunto del Monumento al Sagrado Corazón de San Juan de Aznalfarache. Realizó otras muchas obras notables, en diversos materiales, incluidas varias imágenes religiosas de talla policroma. Y citamos en último lugar la obra que aquí lo justifica: el monumento a Elio Antonio de Lebrija. Como decimos la obra definitiva se encuentra en el centro de la Ciudad, y la maqueta, a una escala reducida, en la Colección del ilustre lebrijano Don José Cortines.

San Fernando en la Plaza Nueva de Sevilla   Se trata, sin duda, de una verdadera obra de arte, la cual cumple perfectamente su funcionalidad conmemorativa, recordando personaje tan señero de la cultura española, y la honra permanente de los lebrijanos a tan ilustre paisano.

 

   Los detalles iconográficos reflejan, formalmente, el espíritu renacentista, y todo el conjunto respira una gran armonía de áureas proporciones. En esta ocasión ha estado el escultor a la altura del personaje homenajeado, lo que ya es decir bastante de la calidad de la obra que exponemos.

 

   Elio Antonio de Lebrija

 

Fuente: Juan Cordero Ruiz. Lebrijano y Catedrático Emérito de la Universidad de Sevilla

 

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