Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde-Duque de Olivares (así llamado por ser Conde de Olivares y Duque de Sanlúcar la Mayor)

Gaspar de Guzmán y Pimentel, Conde-Duque de Olivares

Nacido en Roma, donde su padre, don Enrique de Guzmán era embajador de España, vivió en Italia hasta los doce años (pues su padre fue sucesivamente virrey de Sicilia y de Nápoles). Era un segundón de una rama menor de la casa de Guzmán (cuyo titular era el duque de Medina Sidonia), por lo que se le destinó a la carrera eclesiástica. A los catorce años fue enviado a estudiar derecho canónico a la Universidad de Salamanca. Sin embargo, la muerte sucesiva de sus dos hermanos mayores le convirtió en heredero del título, de forma que tuvo que abandonar los estudios para acompañar a su padre, el conde de Olivares, en la corte de Felipe III (1604) donde éste había sido nombrado miembro del Consejo de Estado y Contador Mayor de Cuentas. Al morir su padre (1607), heredó el mayorazgo de Olivares y concentró sus esfuerzos en cortejar a su prima, doña Inés de Zúñiga y Velasco, con la que se casaría ese año y en la pretensión de obtener el título de grande. Ante el fracaso en esta pretensión, se retiró a Sevilla para administrar sus dominios. En Sevilla pasaría ocho años. En 1615 consiguió que el duque de Lerma le nombrase gentilhombre de cámara del príncipe (el futuro Felipe IV), con lo que regresó a la corte. Desde ese cargo intervino en las luchas de poder entre el valido del rey, el duque de Lerma y su hijo, el duque de Uceda, apoyando a este último. A la caída de aquel, en 1618, Olivares se encontró formando parte de la facción ganadora.

Desde ese papel, emprendió la creación de un polo de poder alternativo, apoyándose en su tío Baltasar de Zúñiga, que había sido llamado a la corte en 1617 por el duque de Uceda, a sugerencia de Olivares. Éste, hombre inteligente y de gran influencia, supo hacerse con el favor del futuro Felipe IV, de forma que cuando accedió al trono en 1621 le nombró primer ministro en lugar del duque de Uceda. La facción de Olivares ha salido triunfante. El 10 de abril de ese año, el rey concede a Olivares, utilizando la fórmula convencional (Conde de Olivares, cubríos), el título de grande de España. Finalmente, a la muerte de su tío en 1622, se hizo cargo del gobierno. Una vez dueño de la situación, inició una actividad trepidante. En el interior trató de llevar a cabo un amplio programa de reformas. Entre las reformas internas destacaron una campaña contra la venalidad y corrupción del anterior reinado eliminando de la corte a los miembros de las facciones de Lerma y Uceda, condenando con castigos ejemplares los abusos del reinado anterior (al tiempo que, para afianzar su poder, situaba en puestos clave a sus propios parientes, amigos y clientes, al tiempo que acumulaba para su casa títulos, rentas y propiedades) y la sustitución del sistema de gobierno tradicional de los Consejos por una serie de juntas, que abarcaban diversos ramos de la Administración pública (Armada, Sal y Minas, Obras y Bosques, Limpieza y Población), o bien cumplían otras funciones como la Junta de Reformación, que velaba por la moralidad de la Corte, o la Junta de Ejecución, que era un organismo ejecutivo para la adopción rápida de decisiones.

También trató de implantar una serie de medidas económicas de corte mercantilista, como incentivos a las manufacturas de lana y seda, fomento del comercio, medidas proteccionistas..., que sin embargo no llegaron a cuajar ante la falta de vigor y constancia. A las derrotas castellanas en Montjuic (junio de 1641) y Lérida (octubre de 1642) se une la conspiración del duque de Medina Sidonia y del marqués de Ayamonte en Andalucía  (verano de 1641), con lo que el Conde-Duque pierde finalmente todo su crédito político y es desterrado en 1643. Primero se retira a su señorío de Loeches, en las inmediaciones de Madrid. Incluso entonces, los detractores del antiguo valido siguieron formulando acusaciones  contra él hasta que consiguieron que el rey le desterrara más lejos, a la villa de Toro (1643), y que fuera procesado por la Inquisición (1644). Murió en Toro en 1645.

El Conde-Duque de Olivares, de J.H. Elliot. ISBN 84-397-0248-5

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